Abbas Al-Zein.
Ilustración: The Cradle
03 de septiembre 2025.
El gobierno liderado por Ansarallah en Saná ya no se limita a defender Gaza, sino que está remodelando los cimientos mismos de la disuasión y la soberanía regionales. Y no parece que nada pueda detenerlo.
El asesinato por parte de Israel del primer ministro yemení Ahmad Ghalib al-Rahwi y los miembros de su gabinete no fue una aberración. Encaja perfectamente en la trayectoria que Sanaa ha elegido para sí misma: la de la confrontación directa con los fundamentos del orden de seguridad impuesto por Occidente en Asia Occidental, un orden construido principalmente en torno a la protección de Israel.
Tras los asesinatos selectivos del 28 de agosto, en los que murieron al menos otros 11 ministros, miles de yemeníes acudieron en masa a la mezquita Al-Shaab (antes llamada Al-Saleh) de la capital para asistir a un funeral que se convirtió en una promesa de desafío.
Mahdi al-Mashat, que ahora dirige el Consejo Político Supremo (SPC), declaró:
Nuestra venganza no descansa, y os esperan días oscuros por lo que han hecho las manos de vuestro gobierno sucio y traidor”, condenando el ataque como una traición a las líneas rojas y prometiendo una escalada militar.
Como dijo el adjunto de Rahwi, ahora primer ministro de facto, Mohammed Miftah, a los dolientes:
Nos enfrentamos al imperio de inteligencia más poderoso del mundo, el que ha atacado al Gobierno: toda la entidad sionista (que comprende) la Administración estadounidense, la entidad sionista, los árabes sionistas y los espías dentro de Yemen».
Casi dos años después del inicio de la guerra de Israel contra Gaza, Yemen se ha abierto paso hasta el centro del enfrentamiento regional como actor principal.
Desde las limitaciones del bloqueo, ha desarrollado un poderoso modelo de disuasión marítima y de misiles asimétrica. Saná se ha convertido en un punto geopolítico estratégico, recalibrando los equilibrios de poder en el mar Rojo y el mar Arábigo.
El auge de Yemen no se mide por el número de ataques o buques atacados, sino por su creciente capacidad para dictar las reglas de combate regionales, algo que las potencias occidentales que respaldan a Israel no han logrado impedir.
Desde el primer día de la guerra en Gaza, las Fuerzas Armadas de Yemen (YAF) declararon que su campaña naval estaría ligada al destino del enclave palestino sitiado. Esta postura, mucho más política que táctica, permitió a Saná emerger, por primera vez en la historia moderna, como una potencia militar visible y trascendental en la región.
Avances en materia de misiles, escaladas marítimas
El 22 de agosto de 2025, las YAF lanzaron un misil contra el aeropuerto Ben Gurión que, según afirmaron posteriormente los investigadores de la fuerza aérea israelí, llevaba una ojiva de racimo, lo que supuso el primer uso confirmado de este tipo de carga útil por parte de Yemen contra el Estado ocupante.
Las ojivas de racimo se fragmentan en el aire en múltiples bombetas, cubriendo un amplio radio. Esto las hace especialmente eficaces contra aeropuertos, centros logísticos y sistemas de defensa aérea dispersos.
Para Tel Aviv, este tipo de municiones son más difíciles de interceptar; incluso si el Iron Dome neutraliza el proyectil principal, es posible que no consiga detener todas las submuniciones.
Al introducir esta capacidad, Saná ha señalado que su doctrina de misiles ha evolucionado más allá de la disuasión. Ahora puede inutilizar bases aéreas y puertos por completo.
La amenaza para el Estado ocupante ya no se limita a la cantidad de proyectiles, sino que incluye la calidad, la precisión y la capacidad de penetración.
La adopción de esta tecnología por parte de Yemen tiene consecuencias que van mucho más allá de Tel Aviv. Ataca el núcleo de la estructura de seguridad liderada por Estados Unidos en Asia occidental, exponiendo sus vulnerabilidades y redefiniendo los límites de la disuasión.
Los asesinatos selectivos en Saná no tenían por objeto detener el desarrollo de misiles, una tarea imposible, sino decapitar la toma de decisiones.
Pero si los misiles constituyen un eje de confrontación, la política naval asertiva de Yemen constituye el otro: hoy en día, el hundimiento de buques que violan el bloqueo de Saná al cargamento con destino a Israel representa un desafío directo al dominio marítimo occidental.
El 7 de julio, la YAF anunció el ataque al buque mercante de bandera liberiana Magna CZ (también conocido como Magic Seas) frente a la costa suroeste de Yemen.
En menos de 72 horas, llevaron a cabo una segunda operación que hundió el Eternity C cuando se dirigía al puerto israelí de Umm al-Rashrash («Eilat»). Los medios de comunicación militares de Yemen publicaron imágenes de alta resolución de ambos ataques, lo que demuestra la planificación, la precisión y la confianza operativa.
El líder de Ansarallah, Abdul Malik al-Houthi, afirmó que los ataques contra los buques que desafiaban la prohibición de navegación impuesta por Yemen al comercio israelí provocaron el nuevo cierre del puerto de Umm al-Rashrash.
Lo calificó como una señal disuasoria para las empresas que intentan socavar el embargo marítimo de Yemen.
Fuentes en Saná confirman a The Cradle que Israel había intentado eludir el bloqueo coordinándose en secreto con empresas navieras occidentales para seguir reabasteciendo el puerto en quiebra. Los dos ataques tenían como objetivo poner fin a ese esfuerzo, y lo consiguieron.
Los ataques, llevados a cabo días después de la breve guerra entre Irán e Israel, también pusieron de manifiesto la creciente capacidad de Yemen para llevar a cabo operaciones navales complejas.
Según se informa, la YAF empleó una combinación de misiles, drones, barcos y minas en las operaciones, que sirvieron no solo para reforzar el bloqueo de Saná, sino también para advertir a los actores externos, incluidos los Estados Unidos, de que cualquier ataque contra Yemen podría recibir una respuesta marítima.
La impotencia occidental y la innovación yemení
En un análisis realizado en marzo, el grupo de expertos del Instituto Italiano de Estudios Políticos Internacionales (ISPI) argumentó que Ansarallah había utilizado la guerra de Gaza para consolidar una disuasión de dos niveles: moral-ideológica y regional-estratégica. Yemen, señaló, había descubierto una nueva forma de poder naval, que es poco probable que abandone.
Los ataques contra barcos nunca fueron solo un apoyo simbólico a Gaza. Se trataba de un intento de alterar los flujos comerciales mundiales a través del mar Rojo.
Del mismo modo, los avances en materia de misiles de Yemen no fueron reactivos, sino que se diseñaron para desafiar los sistemas de defensa aérea israelíes y estadounidenses.
Occidente, a pesar de su abrumadora superioridad naval y aérea, no ha logrado neutralizar estas amenazas. Las misiones lideradas por Estados Unidos en el mar Rojo no son más que una pose, sin ningún efecto estratégico real.
El poder de Yemen no proviene de vastas reservas o tecnología de punta. Se basa en una fórmula compleja: ingenio local, pragmatismo táctico y coordinación con los aliados de la resistencia. Los drones, los misiles de crucero y la geografía marítima han permitido a Saná imponer costes estratégicos sin una guerra directa.
Se trata de una disuasión híbrida en acción, que redibuja las reglas de compromiso sin esperar el reconocimiento mundial.
Ahora que las operaciones militares de Washington se han detenido, las reacciones occidentales a los ataques yemeníes son fragmentadas y cautelosas.
Estados Unidos lanza advertencias. El Reino Unido realiza gestos simbólicos. Sin embargo, ninguno de los dos puede librar una guerra aérea, marítima y terrestre sostenida en las condiciones regionales actuales.
Tel Aviv, por su parte, sigue bombardeando los mismos puertos sin ningún impacto duradero. Ni siquiera las amenazas y las ejecuciones de asesinatos de alto perfil lograron disminuir la amenaza; en todo caso, han aumentado lo que está en juego.
Redefinir la soberanía, redefinir la seguridad
Las operaciones de Yemen reflejan una doctrina en la que la disuasión incluye la acción preventiva y el control simbólico de la infraestructura adversaria. También se observa un cambio notable en la mentalidad estratégica de los líderes militares de Yemen.
Estas operaciones se produjeron en un momento crítico, en medio de indicios de que Washington está preparando una escalada en varios frentes, incluso dentro del propio Yemen. Los recientes ataques a barcos tuvieron una doble función: reforzar el bloqueo de Saná y lanzar una advertencia preventiva.
Según un informe de julio del Stimson Center, los ataques aéreos estadounidenses «no lograron degradar las capacidades militares de los hutíes y reforzaron su propaganda nacional y regional”.
El informe señala que Saná ha consolidado su poder e imagen como la principal fuerza de resistencia a la intervención estadounidense e israelí, con un Mar Rojo cada vez más moldeado por actores ajenos a los marcos tradicionales liderados por Estados Unidos.
Un análisis independiente realizado en junio por ACLED, titulado “A Red Sea Hall of Mirrors” (Un salón de espejos en el Mar Rojo), observó que los mensajes contradictorios de Estados Unidos sobre la seguridad en el Mar Rojo revelan un cambio más profundo, ya que el control de Saná es ahora tangible, mientras que las respuestas occidentales siguen siendo limitadas e insuficientes:
Los hutíes han redefinido la guerra asimétrica en la región… su verdadero éxito no radica solo en su arsenal, sino en su destreza estratégica para manejar las narrativas de los medios de comunicación.
En conjunto, estas conclusiones sugieren que, en julio, Saná había afianzado su dominio marítimo mediante drones, misiles navales y minas, respaldado por la voluntad política de interrumpir y controlar las rutas marítimas.
Los responsables militares yemeníes afirman que el país se encuentra en una “posición estratégica fuerte”, ya que ha acumulado drones y misiles, ha introducido nuevos sistemas y ha mejorado sus defensas aéreas, que han demostrado su eficacia contra los ataques estadounidenses e israelíes.
Cada conflicto refuerza sus capacidades y perfecciona sus tácticas. En todo caso, el entorno de guerra indefinida de la región parece haberse convertido en un campo de pruebas para la evolución militar de Saná.
Mientras tanto, Estados Unidos sigue buscando la escalada, esta vez a través de la guerra económica. Desde que Yemen comenzó a apoyar a Gaza, Washington ha prometido una escalada y ha lanzado dos guerras fallidas.
Ahora, se apoya en sanciones, ataques a puertos y esfuerzos respaldados por la ONU para agravar la crisis humanitaria.
Fuentes en Saná informan a The Cradle que estas medidas están siendo seguidas de cerca y que pronto podrían desencadenar una represalia militar.
Algunos funcionarios yemeníes sugieren que, si la escalada persiste, la agresión económica se tratará como una guerra y se responderá con ataques navales directos contra los intereses occidentales.
Una nueva doctrina de seguridad en Asia Occidental
La definición de seguridad en Asia Occidental ya no viene dictada por las potencias atlantistas. Está siendo redefinida por los actores regionales que utilizan herramientas autóctonas, a pesar del asedio y la guerra.
La era del control indiscutible de las rutas comerciales y las decisiones unilaterales sobre la guerra está llegando a su fin.
Saná no es solo un participante en la guerra. Está redactando activamente un nuevo marco para la seguridad, la soberanía y la disuasión. Con cada operación naval yemení, el mito de la supremacía occidental se erosiona y toma forma una nueva arquitectura de seguridad liderada por la región.
Yemen nunca tuvo la intención de ser un actor poderoso. Sin embargo, en menos de dos años, ha redibujado el mapa regional desde el Mar Rojo, afirmándose como una fuerza marítima táctica con alcance estratégico.
Esto refleja un cambio fundamental en la forma en que Yemen se ve a sí mismo, ya no como un Estado fragmentado y empobrecido, sino como un actor decisivo en la configuración de las relaciones de poder globales.
Yemen no amenaza la seguridad regional, sino que la redefine, basándose firmemente en los intereses de los pueblos de Asia Occidental.
Saná ha ido más allá de Gaza, no solo defendiendo el enclave, sino abriendo un espacio geográfico y estratégico para un modelo de seguridad que da prioridad a la región y rechaza los marcos impuestos por Occidente.
Traducción nuestra
*Abbas Al-Zein es un escritor político libanés de Al-Mayadeen Media Network, especializado en geopolítica y seguridad internacional. Su trabajo también explora los recursos energéticos mundiales, las cadenas de suministro y la dinámica de la seguridad energética.
Fuente original: The Cradle
