Michael Roberts.
Ilustración: OTL.
24 de diciembre 2024.
Los autores nos proporcionan nuevas pruebas de la existencia de ciclos largos y, al hacerlo, nos ofrecen un importante indicador de la ‘salud’ a largo plazo del capitalismo en el siglo XXI.
Hace tiempo que simpatizo con el concepto de ciclos largos en la producción y acumulación capitalistas.
Esta es la idea de que la producción capitalista se mueve en ciclos, no sólo en auges y depresiones cada 8-10 años más o menos, sino que también hay períodos más largos de acumulación y crecimiento de la producción generalmente más rápidos, es decir, períodos de relativa prosperidad seguidos de períodos de acumulación y crecimiento relativamente más lentos, con más recesiones.
Estos ciclos u olas más largos duran entre 50 y 60 años, incluidas las fases alcistas y bajistas.
Si tales ciclos existen y pueden apoyarse en pruebas empíricas, constituirían un indicador importante del estado de la economía capitalista mundial.
Por ejemplo, si las economías capitalistas se encuentran en una larga fase ascendente de producción, inversión y rentabilidad, como lo estuvieron después de la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años 60, entonces las perspectivas de cualquier cambio radical o revolucionario serían bajas: el capitalismo estaba funcionando.
Por otra parte, si la economía mundial hubiera entrado en una fase descendente de la producción, la acumulación y la rentabilidad, se crearían nuevas tensiones de clase que podrían provocar cambios radicales (por ejemplo, desde finales de los 60 hasta principios de los 80, por ejemplo, con el derrocamiento de las dictaduras militares en el sur de Europa).
El análisis de ciclo largo más famoso se atribuye a Nicolai Kondratiev, un economista ruso de principios del siglo XX. Kondratiev sostenía que, con toda “probabilidad”, esos ciclos largos existían y trató de revelarlos empíricamente, basándose principalmente en los movimientos de los precios de las materias primas, que a su vez dependían de las inversiones a largo plazo en infraestructuras y en los mercados.
Kondratiev sostenía que esos ciclos eran ‘endógenos’, es decir, internos o impulsados por las fuerzas económicas del capitalismo.
Kondratiev fue duramente criticado por su enfoque ‘mecanicista’; el crítico más famoso fue León Trotsky, quien, si bien reconocía las características convincentes de las afirmaciones de Kondratiev, rechazaba que estos ciclos, en caso de existir, fueran endógenos desde el punto de vista económico, argumentando en su lugar que las fuerzas políticas y sociales, como las guerras y las revoluciones, contribuían en gran medida a cualquier cambio significativo en la dirección del desarrollo capitalista.
Más tarde, un estrecho seguidor de Trotsky, el economista marxista belga Ernest Mandel, también reconoció los ciclos largos o las ondas. Pero, curiosamente, sostenía que mientras las fases ascendentes y descendentes del ciclo largo se debían a cambios económicos (es decir, endógenos), las fases descendentes sólo llegaban a su fin debido a acontecimientos políticos (guerra, revolución, etc.) y no a cambios económicos.
Digo todo esto porque hay un nuevo libro que analiza los ciclos largos y el crecimiento económico con los datos más recientes y trata de identificar estos ciclos largos en el capitalismo.
Los autores son los economistas marxistas griegos Nikolaos Chatzarakis, de la New School for Social Research de Nueva York; Persefoni Tsaliki, de la Universidad Aristóteles de Salónica, y Lefteris Tsoulfidis, de la Universidad de Macedonia.

En su libro, Economic growth and long cycles, los autores evalúan críticamente los modelos de crecimiento de la corriente dominante y ofrecen un enfoque alternativo de la teoría del crecimiento económico basado en lo que denominan economía política clásica, pero que en esencia es un enfoque marxista.
Sostienen que el desarrollo capitalista adopta la forma de
largos periodos de expansión caracterizados sistemáticamente por tasas de crecimiento aceleradas y otros periodos de longevidad similar durante los cuales el crecimiento se desacelera y a veces se vuelve negativo.
Su modelo muestra que “el crecimiento económico es un proceso turbulento, pero no errático e indeterminado” en el que se ponen de manifiesto dos patrones distintos: la tendencia a largo plazo del capitalismo a crecer y la naturaleza cíclica de este crecimiento.
La causa de los ciclos largos depende en última instancia de la tendencia a la baja a largo plazo de la tasa de beneficio «que da lugar al carácter cíclico del crecimiento capitalista».
Es la evolución de la plusvalía y de la tasa de plusvalía lo que determina en última instancia la evolución de la economía capitalista, a diferencia de las teorías dominantes basadas en la inversión, el consumo o la productividad.
Su modelo de crecimiento une las tres leyes básicas de la teoría económica marxista: la ley del valor; la ley general de la acumulación (junto con los esquemas de reproducción ampliada) y la ley de la rentabilidad.
Esta combinación de las tres leyes básicas es algo que destaqué en mi propio trabajo sobre las crisis (véase Marx 200). Cuando se combinan, los resultados empíricos siguen de cerca la evolución real de la economía capitalista en ciclos largos. Basándose en estas leyes, construyen un modelo de crecimiento económico y ciclos largos que consiste en cinco ecuaciones diferenciales basadas en:
la evolución de la tasa de beneficio, la inversión tanto en capital constante (fijo) como variable, el cambio tecnológico y la devaluación del capital.
Los autores constatan la existencia de cinco ondas largas o ciclos K que abarcan 187 años de desarrollo capitalista en Estados Unidos y el Reino Unido, de 1834 a 2021.
Ondas largas de Kondratieff en EE.UU. y el Reino Unido, 1834-2021, basadas en los índices de precios al por mayor de EE.UU. y el Reino Unido/índices de precios del oro de Nueva York.

Estas ondas coinciden con trabajos anteriores de Anwar Shaikh (en su libro Capitalism (2016) p66 y ya en 1992). Yo también construí un modelo de onda larga o ciclo en mi libro, The Long Depression, pp. 217-34, aunque las fechas de mis ciclos eran diferentes de las de los autores, ya que hacen que el período de caída de la rentabilidad en la década de 1970 sea la fase descendente de un cuarto ciclo K, entrando así en un quinto ciclo K desde 1982 hasta ahora. Para más información sobre las diferencias entre mi punto de vista y el de los autores, véase esto.
Ciclos largos idealizados

Las pruebas empíricas de los autores conectan de forma importante sus ciclos con los cambios a largo plazo en la trayectoria de la tasa de beneficios.
Durante la fase ascendente del ciclo largo, la rentabilidad aumenta, y las empresas no tienen razones de peso para arriesgar sus ya buenos resultados introduciendo innovaciones radicales. En cambio, en la fase descendente del ciclo largo, la rentabilidad se estanca o incluso desciende, y las perspectivas son sombrías, lo que pone en peligro la propia supervivencia de la empresa. En estas circunstancias, la presión para innovar es máxima, ya que los capitalistas, por un lado, se enfrentan al abismo del impago; por otro, sus mayores probabilidades de supervivencia les obligan a asumir el riesgo de volverse más propensos a las innovaciones y, por lo tanto, optan por la vía de la innovación.
Así, los autores afirman que su análisis de los ciclos largos integra la visión schumpeteriana de las innovaciones y las teorías de las estructuras sociales de acumulación (ESA ) en una teoría única y unificada en la que la “causa de las causas” es la evolución de la tasa de beneficio.
Es el efecto acumulativo a largo plazo de la tasa sobre la inversión y sobre la masa de beneficios netos reales lo que, pasado un punto, genera las condiciones para la manifestación de la crisis económica y el cambio de fase de la actividad económica.
Los autores argumentan que
Para Marx, las crisis en el capitalismo tienen causas intrínsecas y, por lo tanto, no son conjeturales; en este sentido, son inevitables.
La evolución de la economía estadounidense sigue el esquema teórico de Kondratiev y el movimiento de la tasa de beneficio le dio forma inevitablemente durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Tasa de beneficio y tasa de crecimiento, EE.UU. 1950-2021

Los aspectos técnicos del modelo se detallan en un capítulo que transmite las pautas tanto seculares como cíclicas de la evolución del capitalismo en el que la rentabilidad rige las decisiones de expansión o contracción de los capitalistas, configurando así las pautas tanto tendenciales como cíclicas del comportamiento del sistema.
Los autores argumentan de forma interesante que la tasa de crecimiento de la tasa de plusvalía se convierte en la variable explicativa clave de las subidas y bajadas de la tasa de beneficio por dos razones: en primer lugar, formula el grado y nivel de desproporciones entre los departamentos de consumo e inversión y; en segundo lugar, define la capacidad del sistema para generar suficiente plusvalía nueva en cada fase del proceso de acumulación.
De este modo, la tasa de plusvalía se convierte en la variable principal que determina la tasa de acumulación de capital y, hasta donde conocemos la literatura, este papel particular no ha sido explorado adecuadamente». De hecho, se trata de una idea nueva.
Como subrayan correctamente los autores, una caída de la tasa de beneficio no es “en sí misma” capaz de generar crisis. De hecho, si la caída de la tasa de beneficios es lo suficientemente lenta, la economía puede seguir expandiéndose durante muchos años.
Lo que hace falta es una causa subyacente que haga que la ‘posibilidad’ pase a la ‘actualidad’ de las crisis (véase mi artículo Tendencias, desencadenantes y tulipanes.) Tal causa la ofrece Marx en la trayectoria de la masa de plusvalía realizada (beneficios).
A medida que la tasa de ganancia disminuye, hay un punto en el que la masa o los beneficios netos reales se estancan y a partir de entonces incluso caen. Es lo que puede llamarse “el momento de Marx” o punto de “sobreacumulación”. En este punto de inflexión, los capitalistas se abstienen de invertir y el sistema entra en una espiral de crisis.
Los autores nos proporcionan nuevas pruebas de la existencia de ciclos largos y, al hacerlo, nos ofrecen un importante indicador de la ‘salud’ a largo plazo del capitalismo en el siglo XXI. Según el análisis de los autores, el quinto ciclo K debería terminar a finales de esta década (véase el cuadro anterior).
Traducción nuestra
*Michael Roberts es un economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente original: Michael Roberts Blog

Extraño y contradictorio análisis, pues la conclusión significaría que al capitalismo se le debe tener más paciencia de la debida, en su recorrido demencial hacia la erosión total del planeta y la humanidad, dejando al garete la posibilidad que se instale un socialismo humanitario, ajeno a las fracasadas experiencias personalistas hasta ahora puestas en práctica, y pueda desde entonces asumir la responsabilidad de guiar a la especie humana hacia una prosperidad y armonía permanentes.
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