¿LA RUPTURA ENTRE ARABIA SAUDÍ Y LOS EMIRATOS ÁRABES UNIDOS REDEFINIRÁ LAS ALIANZAS EN EL GOLFO PÉRSICO? Mawadda Iskandar.

Mawadda Iskandar.

Ilustración: The Cradle

19 de diciembre 2025.

Bajo la apariencia de unidad, las familias reales del Golfo están inmersas en una silenciosa lucha por el dominio, poniendo a prueba los límites de la supervisión estadounidense y remodelando las alianzas según sus propios intereses.


En medio de las crecientes tensiones entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos por el equilibrio de poder en el sur de Yemen, el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al-Thani, aterrizó la semana pasada en Riad para copresidir la octava reunión del Consejo de Coordinación entre Catar y Arabia Saudí. Aunque el objetivo oficial de la visita era estrechar los lazos con Arabia Saudí, se desarrolló en un contexto de maniobras regionales que podrían reconfigurar silenciosamente las alianzas del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

La guerra silenciosa entre aliados

Detrás de los apretones de manos y las sesiones fotográficas, se cuece una guerra fría entre Riad y Abu Dabi. Lo que comenzó como una alianza estratégica, basada en la camaradería personal entre Mohammed bin Salman (MbS) y Mohammed bin Zayed (MbZ), se ha transformado en una feroz rivalidad por el dominio regional en el vacío dejado por la disminución de la influencia de Washington.

La cumbre entre Arabia Saudí y Catar del 8 de diciembre se celebró en un momento excepcional y delicado, coincidiendo con los acontecimientos en Yemen, donde las facciones respaldadas por los Emiratos Árabes Unidos han desafiado la influencia saudí y extendido su control en el sur.

Aunque oficialmente se presentó como una reunión de coordinación rutinaria, la cumbre fue una señal más de que Riad está recalibrando su estrategia en el Golfo. El resultado histórico fue un acuerdo de defensa mutua entre las dos naciones, calificado de «sin precedentes» desde la crisis del Golfo de 2017.

La fanfarria que rodeó el proyecto ferroviario de alta velocidad entre Riad y Doha subrayó esta nueva alineación. Con una longitud de 785 kilómetros, la línea ferroviaria parte de Riad, pasa por Hofuf y Dammam, llega a Doha y conecta el Aeropuerto Internacional Rey Salman y el Aeropuerto Internacional Hamad, alcanzando velocidades superiores a los 300 kilómetros por hora con un tiempo de viaje que no supera las dos horas.

Los medios de comunicación saudíes presentaron el proyecto como una muestra de la madurez de la relación y su entrada en una nueva fase estratégica, «situando a Arabia Saudí y Qatar en el centro de una nueva ecuación de interdependencia, no de cortesía diplomática».

Los observadores interpretaron la cumbre como «un anuncio silencioso de una nueva fase de reestructuración del Golfo» y una clara indicación de que el reino busca aislar a Abu Dabi del Golfo fomentando nuevas alianzas y neutralizando cualquier influencia emiratí en la región.

En declaraciones a The Cradle, el académico saudí Fouad Ibrahim cree que hablar de un acercamiento entre Arabia Saudí y Catar diseñado para contrarrestar la influencia emiratí es aún prematuro, especialmente con las contradicciones entre estos países, lo que hace arriesgado cualquier comentario sobre las constantes en las relaciones del Golfo. Ibrahim señala que el Golfo se ha acostumbrado a lo que él denomina un «juego de sillas» en la política regional, en el que las alianzas cambian rápidamente según los intereses.

También destaca un giro irónico: la renovada cercanía entre Arabia Saudí y Catar puede servir a los intereses de Jared Kushner, yerno y antiguo asesor principal del presidente estadounidense Donald Trump, que desempeñó un papel clave en el bloqueo de Catar en 2017 tras la negativa de Doha a financiar el imperio inmobiliario de Kushner.

Batallas por poder y frentes cambiantes

La rivalidad ha pasado de los desaires diplomáticos a las maniobras en el campo de batalla. En Sudán, los Emiratos Árabes Unidos han respaldado a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) para asegurar los corredores marítimos y la riqueza mineral, poniendo en peligro las ambiciones saudíes en el Mar Rojo. Riad, que busca revertir estas ganancias, recurrió a Washington, lo que provocó un llamamiento directo de MbS a Trump para que ayudara a poner fin al conflicto.

En represalia, Abu Dabi intensificó su campaña en Yemen, y el Consejo de Transición del Sur (STC) se apoderó de territorios como Hadramaut, tradicionalmente dentro de la esfera de influencia saudí. Mientras Riad respondía con cautela, enviando emisarios y reforzando los puestos militares, los EAU avanzaron más, extendiendo su control sobre Al-Mahra, Adén, Shabwah y otras provincias del sur.

Para contrarrestar esta invasión, Arabia Saudí dio la bienvenida al jefe del ejército sudanés, Abdel Fattah al-Burhan, y recibió el respaldo de Washington, cuyo secretario de Estado, Marco Rubio, llamó por teléfono al ministro de Asuntos Exteriores emiratí, Abdullah bin Zayed, para afirmar su apoyo a Riad y desalentar las acciones unilaterales de los EAU en Yemen, al tiempo que discutían mecanismos para avanzar en el alto el fuego en Sudán.

Viejas heridas, nuevos frentes de batalla

El politólogo Hassan Elayan explica a The Cradle que la rivalidad entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos tiene raíces históricas que se remontan a 1923, con disputas continuas sobre el territorio y las fronteras marítimas. El hito más destacado del conflicto fue el Acuerdo de Yeda de 1974, que reconocía algunos de los derechos de los EAU, pero se negaba a concederles ninguna parte del yacimiento petrolífero de Sheyah.

Cuando Abu Dabi solicitó una revisión de los mapas en 2004, Riad se negó, lo que escaló hasta la prohibición de entrada de los emiratíes en el reino en 2009, en protesta por la solicitud de remodelación de los mapas. La rivalidad se extendió posteriormente a la influencia regional, añade, aprovechando sus alianzas con Israel y Estados Unidos para reforzar su presencia económica y militar.

Cuando estalló la guerra en Siria en 2011, Arabia Saudí y los EAU comenzaron a apoyar a grupos armados, pero sus prioridades se han divergido a medida que avanzaba el conflicto.

Los Emiratos Árabes Unidos prefirieron mantener la estabilidad del entonces Gobierno de Bashar al-Assad y evitar el auge de los grupos islamistas radicales. Mientras tanto, Arabia Saudí adoptó una postura vacilante hasta 2023, ya que se fue normalizando gradualmente con Damasco tras la distensión entre Arabia Saudí e Irán mediada por China, influida por la estrategia de los Emiratos Árabes Unidos y la reintegración de Siria en la Liga Árabe.

En Yemen, la alianza se fracturó por completo. Riad apoya al Gobierno con sede en Adén para salvaguardar su frontera y su profundidad estratégica. Los EAU, por el contrario, respaldan al separatista STC para asegurar los puertos y frenar la influencia de Islah, al que consideran un representante de los Hermanos Musulmanes.

En Sudán, la división es igualmente marcada: Abu Dabi respalda al RSF para afianzar su influencia en el Mar Rojo, mientras que Riad se alinea con el Gobierno central para salvaguardar sus propios objetivos geopolíticos.

En esencia, los EAU se apoyan en representantes armados y en el control de los puertos; Arabia Saudí prefiere gobiernos dóciles y la diplomacia, con el objetivo de gestionar las crisis sin conflictos frontales.

Como señala Alayan, cualquier acercamiento será temporal y se limitará a cuestiones específicas. Siguen existiendo grandes diferencias estructurales, moldeadas por visiones regionales divergentes y la dependencia de Washington, que sigue dominando la dinámica interna del CCG.

El frente económico: petróleo y ambición

La competencia se extiende ahora a sectores estratégicos. En 2009, los EAU abandonaron el proyecto del Banco Central del Golfo después de que Riad fuera elegida como sede, lo que descarriló la iniciativa de la moneda única y puso de manifiesto el creciente malestar de los emiratíes con el liderazgo saudí.

Las tensiones se reavivaron en 2021 durante un enfrentamiento de la OPEP+. Los EAU rechazaron los recortes de producción liderados por Arabia Saudí por considerarlos injustos, y solo cedieron después de conseguir una cuota de producción mayor.

Más recientemente, Riad lanzó una campaña para atraer a empresas multinacionales a trasladar sus bases regionales al reino, concediendo licencias a docenas de corporaciones internacionales y posicionándose como un centro logístico emergente que rivaliza con Dubái.

El sector de la aviación también se ha convertido en un nuevo campo de rivalidad. En 2023, Arabia Saudí lanzó una segunda aerolínea nacional, Riyadh Air, con el objetivo claro de competir con Emirates Airline, lo que refleja una ambición más amplia de destronar a los EAU como centro de gravedad económico del Golfo.

Una rivalidad entre hombres

En el fondo, esta lucha también es personal. En 2015, MbZ vio en MbS, entonces de 29 años, un socio ambicioso para reajustar las estructuras de poder del Golfo. Apoyó su ascenso al puesto de príncipe heredero y cultivó los lazos con Washington. Pero la dinámica mentor-protegido se agrió cuando MbS afirmó su liderazgo independiente y trató de eclipsar a su antiguo benefactor.

Los cables diplomáticos estadounidenses filtrados revelaron la sospecha que los emiratíes tenían desde hacía tiempo sobre las intenciones saudíes. En 2009, un cable citaba a funcionarios emiratíes que describían a Riad como una amenaza mayor que Irán.

En 2019, memorandos internos de los Emiratos calificaban a MbS de impulsivo e incompetente, especialmente en su estrategia para Yemen. Los documentos también mostraban las preocupaciones de MbZ sobre el impacto de las políticas saudíes en la estabilidad regional y revelaban su temor al wahabismo y sus posibles influencias internas y externas.

En 2022, surgieron informes de que la realeza saudí amenazaba con bloquear los EAU, imitando el asedio de Qatar en 2017.

Dos ejes, un Golfo

Hoy en día, se están cristalizando dos bloques rivales. Los Emiratos Árabes Unidos, en estrecha coordinación con Tel Aviv, están remodelando la dinámica comercial y de seguridad en el Mar Rojo y el Cuerno de África. Con el respaldo de Israel, Abu Dabi está construyendo puertos y rutas comerciales diseñadas para eludir los puntos de estrangulamiento tradicionales, utilizando su presencia regional como palanca.

En respuesta, está surgiendo un eje provisional entre Riad y Doha, impulsado por la preocupación compartida por la expansión descontrolada de los Emiratos y Israel. Este eje se ve reforzado por una mayor apertura saudí: distensión con Irán, diálogo con Siria y Turquía, y avances estratégicos hacia Pakistán. Aunque todavía es incierto, esto indica el deseo de Riad de diversificar sus alianzas y reducir su dependencia de la asociación con los Emiratos.

Alayan señala que, si bien las relaciones entre Arabia Saudí y Catar han mejorado notablemente, especialmente desde la cumbre del CCG en Manama, las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos siguen siendo tensas. Argumenta que, aunque Riad y Doha puedan profundizar su cooperación, cualquier alianza plena se verá condicionada por las limitaciones impuestas por las preferencias de Washington y su papel central en la seguridad del Golfo.

Gestionar la ruptura

A pesar de las marcadas divergencias, una ruptura completa entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos sigue siendo poco probable, por ahora. El Golfo Pérsico es testigo de una competencia controlada: los Emiratos Árabes Unidos avanzan, imponiendo hechos sobre el terreno; Arabia Saudí, con el apoyo de Catar, construye contraalianzas silenciosas.

Todo ello se desarrolla bajo el paraguas de Estados Unidos, que sigue explotando las rivalidades intra-Golfo para mantener su influencia en la región.

El orden del Golfo ya no es lo que era, y Riad ya no está dispuesta a desempeñar el papel de socio menor de las ambiciones de Abu Dabi. A medida que se derrumban las viejas suposiciones, surgen nuevas alianzas con una intención deliberada, menos ruidosas que antes, pero no menos trascendentales.

Traducción nuestra


*Mawadda Iskandar es periodista e investigadora especializada en asuntos del Golfo; ha producido varios documentales y publicado investigaciones.

Fuente original: The Cradle

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