Roberto Iannuzzi.
Foto: Palestinos esperan ayuda en el norte de Gaza (Noticias de la ONU)
28 de julio 2025.
La inercia occidental contrasta con la movilización que se produjo para imponer sanciones a Moscú, incluso a costa de graves pérdidas económicas para los países europeos.
La “tregua humanitaria” declarada por Israel en algunas zonas de Gaza no debe engañar a nadie. Es difícil que las condiciones de la población en la Franja mejoren.
La propia designación de las zonas afectadas por la “tregua” dice mucho sobre la naturaleza de la medida.
Las tres zonas indicadas, al-Mawasi, Deir el-Balah y la ciudad de Gaza, ya habían sido definidas por Israel como zonas humanitarias. Por lo tanto, dentro de ellas, las fuerzas armadas israelíes no deberían operar. Pero estas zonas han sido bombardeadas como las demás.
Las “pausas tácticas locales”, como han sido definidas, solo tendrán lugar entre las 10:00 y las 20:00, hora local. Dentro de estos horarios, se debería permitir la entrada de ayuda internacional que, a través de “corredores designados”, debería llegar a los desplazados en estas zonas.
La duración total de la pausa humanitaria es incierta, pero fuentes de la ONU hablan de apenas una semana, un lapso de tiempo totalmente insuficiente para cambiar la desesperada situación sobre el terreno.
A la ayuda por tierra, que podría no superar el centenar de camiones al día (durante el alto el fuego de enero en Gaza entraban diariamente hasta 600 camiones), se ha sumado el lanzamiento de «cargas humanitarias» desde aviones, una medida que tiene esencialmente fines propagandísticos.
Como ha denunciado el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, la ayuda lanzada desde los aviones no es capaz de paliar la escasez de alimentos en la Franja. Es ineficaz, costosa y peligrosa, ya que puede provocar accidentes entre la población.
Además, este sistema perjudica a los más desfavorecidos, que no pueden acudir a los puntos de lanzamiento para hacerse con los escasos alimentos disponibles.
Lazzarini ha dejado claro que existe una forma muy sencilla y eficaz de poner fin a la emergencia alimentaria en Gaza:
levantar el asedio israelí, abrir los pasos fronterizos y garantizar la seguridad de los operadores internacionales.
La ayuda lanzada desde el aire resulta aún más grotesca si se tiene en cuenta que, como ha reiterado en varias ocasiones la UNRWA, hay 6.000 camiones llenos de alimentos en la frontera con Gaza y que en Egipto la agencia de la ONU tiene reservas suficientes para alimentar a toda la población de la Franja durante tres meses.
Israel no permite la entrada de esta ayuda, salvo en cantidades mínimas.
El escándalo de la Fundación Humanitaria de Gaza
A diferencia de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), la controvertida organización israelo-estadounidense que desde mayo se encarga de distribuir la ayuda, excluyendo a las Naciones Unidas (quienes estén interesados en los orígenes de esta organización pueden obtener más información en este enlace), la UNRWA cuenta con una amplia red de distribución de ayuda en la Franja, con unos 400 puntos de entrega.
La GHF, por su parte, ha introducido un sistema centralizado que solo ofrece cuatro centros de distribución, tres de ellos situados en el sur, cerca de la ciudad de Rafah, ahora arrasada.
Estos centros son escenario de incidentes diarios en los que decenas de palestinos que buscan desesperadamente comida caen bajo el fuego de las fuerzas armadas israelíes y de los contratistas estadounidenses que ‘garantizan’ la seguridad de los centros de la GHF.
Según estimaciones de la ONU, más de 1000 palestinos han muerto en estos incidentes desde el mes de mayo.
Israel ha expulsado a la UNRRA de Gaza, sustituyéndola por la GHF, alegando que la ayuda de la ONU era desviada por Hamás.
Pero esta afirmación ha sido desmentida por la USAID, hasta hace poco la principal agencia de ayuda humanitaria del Gobierno estadounidense, e incluso por oficiales del ejército israelí entrevistados por el New York Times.
Hipocresía occidental
La ‘tregua humanitaria’ anunciada por Israel es, por lo tanto, esencialmente una respuesta mediática y comunicativa a una presión internacional que se mantiene al mismo nivel.
Medidas como el anuncio del Gobierno francés de reconocer el Estado palestino son, de hecho, puramente simbólicas.
Mientras denuncian la insostenibilidad de la situación en Gaza, los países europeos siguen vendiendo armas a Israel y cooperando militarmente con el Gobierno de Netanyahu.
No se ha tomado ninguna medida económica por parte de Europa contra Tel Aviv, a pesar de que Europa es el primer inversor en Israel y el principal socio comercial del Estado hebreo, y por lo tanto dispone de una enorme variedad de instrumentos de presión.
La actual inercia occidental contrasta con la movilización coral que se produjo para imponer sanciones a Moscú tras la invasión rusa de Ucrania, incluso a costa de graves pérdidas económicas para los países europeos.
El propio presidente estadounidense, Donald Trump, solo expresó su “preocupación” por la situación humanitaria en Gaza a instancias del primer ministro británico, Keir Starmer, después de que, unos días antes, afirmara que Israel debía “terminar el trabajo” en Gaza deshaciéndose de Hamás.
La Casa Blanca no ha planteado ninguna represalia económica ni la suspensión del envío de armas estadounidenses.
El pasado 19 de julio, el jefe del Mossad israelí, David Barnea, viajó a Washington para promover los planes de limpieza étnica del Gobierno de Netanyahu en la Franja de Gaza.
Barnea citó tres países que estarían dispuestos a considerar la idea de acoger a un gran número de palestinos: Etiopía, Indonesia y Libia.
Pidió a Estados Unidos que ayudara a Israel a persuadir a estos países ofreciéndoles “incentivos”. Hace meses surgió la noticia de que Trump estaba negociando con Libia el traslado de palestinos. Washington lo desmintió.
Un colapso planificado
Según la ONU, más de un millón de niños corren riesgo de desnutrición en Gaza. Las muertes por hambre aumentan día a día. Incluso los que sobreviven corren el riesgo de sufrir daños permanentes.
Según la ONU, más de dos millones de personas en Gaza han sido amontonadas en menos de 45 km cuadrados, mientras que el 88 % de la Franja está ahora bajo órdenes de evacuación y forma parte de zonas militares donde solo opera el ejército israelí.
En unos 22 meses de guerra, Israel ha obligado repetidamente a la mayoría de la población palestina a abandonar sus hogares o refugios improvisados, ha destruido la economía y las infraestructuras civiles de la Franja, ha diezmado el sistema sanitario y ha bloqueado la entrada de alimentos y ayuda humanitaria esencial, con el objetivo de provocar el colapso de la sociedad palestina.
El historiador Alex de Waal, director ejecutivo de la World Peace Foundation de la Universidad de Tufts y experto en la historia mundial de las hambrunas, ha afirmado sin ambages que el hambre en Gaza es el resultado de una campaña meticulosamente planificada por Israel.
Los principales expertos mundiales en campañas genocidas, muchos de ellos judíos, han afirmado repetidamente que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza.
El último en reiterar este diagnóstico ha sido Omer Bartov, historiador israelí-estadounidense y profesor de estudios sobre el Holocausto y el genocidio, en las páginas del New York Times.
Traducción nuestra
*Roberto Iannuzzi es analista independiente especializado en Política Internacional, mundo multipolar y (des)orden global, crisis de la democracia, biopolítica y «pandemia new normal».
Fuente original: Intelligence for the people
