RUSIA ES NUESTRO RORSCHACH. Emmanuel Todd.

Emmanuel Todd.

Imagen. Tomada de Emmanuel Todd.

17 de julio 2025.

Su imagen es similar a las láminas del test de Rorschach [1]. El sujeto describe al psiquiatra lo que ve en formas aleatorias y simétricas. De este modo, proyecta elementos ocultos de su personalidad. Rusia es nuestro Rorschach.


El pasado mes de abril, cuando una cadena de televisión rusa me preguntó por la rusofobia occidental, tuve una revelación. Respondí más o menos así:

Les va a resultar desagradable oír esto, pero nuestra rusofobia no tiene nada que ver con ustedes. Es una fantasía, una patología de las sociedades occidentales, una necesidad endógena de imaginar un monstruo ruso”.

Por primera vez en Moscú desde 1993, experimenté un choque de normalidad. Mis indicadores habitualesmortalidad infantil, suicidio y homicidio— me habían demostrado, sin moverme de París, que Rusia se había salvado tras su crisis de salida del comunismo. Pero que Moscú fuera tan normal superaba todo lo que había imaginado. Allí tuve la intuición de que la rusofobia era una enfermedad.

Esta intuición resuelve todo tipo de preguntas. Me empeñaba, por ejemplo, en buscar en la historia las raíces de la rusofobia inglesa, la más obstinada de todas.

El enfrentamiento entre los imperios británico y ruso en el siglo XIX parecía justificar tal enfoque. Pero, aun así, durante las dos guerras mundiales, Gran Bretaña y Rusia fueron aliadas y se debieron mutuamente la supervivencia durante la segunda.

Entonces, ¿por qué tanto odio? La hipótesis geopsiquiátrica nos da una solución.

La sociedad inglesa es la más rusófoba, simplemente porque es la más enferma de Europa. Actora principal y primera víctima del ultraliberalismo, Inglaterra no deja de producir síntomas graves: colapso universitario y hospitalario, desnutrición de los ancianos, sin olvidar a Liz Truss, la más breve y loca de las primeras ministras británicas, una alucinación fulgurante en el país de Disraeli, Gladstone y Churchill.

¿Quién se habría atrevido a reducir los ingresos fiscales sin la seguridad de una moneda, no solo nacional, sino imperial, moneda de reserva mundial? Trump también hace lo que le da la gana con su presupuesto, pero no amenaza al dólar. Por ahora.

En pocos días, Truss había destronado a Macron en el hit-parade de lo absurdo occidental. Confieso que espero mucho de Friedrich Merz, cuyo potencial belicista antirruso amenaza a Alemania con mucho más que un colapso monetario. ¿La destrucción de los puentes del Rin por misiles oreshnik? ¿A pesar de la protección nuclear francesa? En Europa, todos los días es carnaval.

Francia va cada vez peor, con su sistema político bloqueado, su sistema económico y social a crédito, el aumento de la mortalidad infantil. Nos estamos hundiendo. Y, ¡hop!, un empujón rusófobo.

Macron, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y el director de la DGSE acaban de entonar al unísono la canción. Francia, enemigo número uno de Rusia.

Parece un sueño. Nuestra insignificancia militar e industrial hace que Francia sea la última de las preocupaciones de Rusia, lo suficientemente ocupada con su enfrentamiento planetario con Estados Unidos.

Esta última absurdidad macroniana hace indispensable recurrir a la geopsiquiatría.

El diagnóstico de erotomanía es inevitable. La erotomanía es esa afección, más bien femenina, pero no exclusivamente, que lleva al sujeto a creerse universalmente deseado sexualmente y amenazado de penetración por, digamos, todos los machos que le rodean. La penetración rusa, por tanto, amenaza…

Debo confesar mi cansancio por criticar a Macron (otros se encargan ahora de ello, a pesar de la servilidad periodística general). Afortunadamente para mí, estábamos preparados para el discurso del 14 de julio del presidente gracias a las intervenciones de dos pequeños soldados del régimen, Thierry Burkhard (jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas) y Nicolas Lerner (jefe de la DGSE).

No soy constitucionalista y no sé si es un buen augurio para la democracia que los gestores del monopolio de la violencia legítima del Estado se extiendan por las ondas, en conferencias de prensa (Burkhard) o en divagaciones angustiosas en la cadena LCI (Lerner) para definir en primicia la política exterior de Francia.

No obstante, la expresión pública y libre de su rusofobia es un tesoro para el geopsiquiatra. De ello he extraído dos lecciones esenciales sobre el estado de ánimo de las clases dirigentes francesas (estas intervenciones han sido recibidas como normales por la mayoría del mundo político-periodístico y, por lo tanto, nos hablan de la clase que nos guía).

Escuchemos primero a Burkhard. Retomo la transcripción de Le Figaro con sus evidentes imperfecciones. No cambio nada. ¿Cómo define nuestro jefe del Estado Mayor a Rusia y a los rusos?

También por la capacidad de su población para resistir, incluso soportar, aunque la situación sea complicada. También en este aspecto, histórica y culturalmente, es un pueblo capaz de soportar cosas que a nosotros nos parecen completamente inimaginables. Es un aspecto importante para la resistencia y la capacidad de sostener el Estado».

Traduzco: el patriotismo ruso es inimaginable para nuestro militar. No nos habla de Rusia, sino de él y los suyos. Él no sabe, ellos no saben, lo que es el patriotismo.

Gracias al fantasma ruso, descubrimos por qué Francia ha perdido su independencia, por qué, integrada en la OTAN, se ha convertido en un proxy de Estados Unidos.

Nuestros líderes ya no aman a su país. Para ellos, rearmarse no es por la seguridad de Francia, es para servir a un imperio en descomposición que, después de haber lanzado a los ucranianos y luego a los israelíes al asalto del mundo de las naciones soberanas, se dispone a movilizar a los europeos para seguir sembrando el caos en Eurasia.

Francia está lejos del frente. Nuestra misión como proxy, si Alemania es un Hezbolá, será la de los hutíes del Imperio.

Pasemos a Nicolas Lerner, que se explaya en LCI. Este hombre parece estar sumido en una gran angustia intelectual. Describir a Rusia como una amenaza existencial para Francia… Con una población en declive, ya demasiado pequeña para sus 17 millones de kilómetros cuadrados.

Solo un enfermo mental puede creer que Putin quiere invadir Francia. ¿Rusia desde Vladivostok hasta Brest? Sin embargo, en su angustia, Lerner es útil para comprender la mentalidad de las personas que nos llevan al abismo.

Ve a la Rusia imperial donde es nacional, visceralmente apegada a su soberanía. La Nueva Rusia, entre Odessa y Donbass, es simplemente la Alsacia-Lorena de los rusos. ¿Se habría descrito como imperial la Francia de 1914, dispuesta a luchar para resistir al Imperio alemán y recuperar sus provincias perdidas?

Burkhard no entiende el patriotismo, Lerner no entiende la nación.

¿Una amenaza existencial para Francia? Sí, claro, la sienten, tienen razón, la buscan en Rusia. Pero deberían buscarla en ustedes mismos.

Es doble. Amenaza n.º 1: nuestras élites ya no aman a su país. Amenaza n.º 2: lo ponen al servicio de una potencia extranjera, los Estados Unidos de América, sin tener nunca en cuenta nuestros intereses nacionales.

Es cuando hablan de Rusia cuando los dirigentes franceses, británicos, alemanes o suecos nos dicen quiénes son. La rusofobia es sin duda una patología. Pero Rusia se ha convertido sobre todo en una formidable prueba proyectiva.

Su imagen es similar a las láminas del test de Rorschach [1]. El sujeto describe al psiquiatra lo que ve en formas aleatorias y simétricas. De este modo, proyecta elementos ocultos de su personalidad. Rusia es nuestro Rorschach.

Traducción nuestra


*Emmanuel Todd es un historiador, demógrafo, sociólogo y politólogo francés, que trabaja en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (Institut National d’Études Démographiques, INED), en París. Sus investigaciones se centran en los diferentes tipos de familias occidentales, en cómo se desarrollan creencias compartidas y hasta coincidentes respecto de las ideologías y los sistemas políticos, además de indagar en los acontecimientos históricos involucrados en esos hechos.

Nota nuestra

[1] El test de Rorschach es una prueba psicológica proyectiva que utiliza manchas de tinta simétricas para evaluar la personalidad y las emociones de un individuo. Consiste en la presentación de diez láminas con estas manchas, y la interpretación de las respuestas del sujeto se basa en la hipótesis de que reflejan sus procesos cognitivos, emocionales y de percepción.

Fuente original: Emmanuel Todd

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