EN EL 80.º ANIVERSARIO DE LA VICTORIA SOBRE EL NAZISMO, EUROPA ESTÁ PROFUNDAMENTE DIVIDIDA EN DOS. Roberto Iannuzzi.

Roberto Iannuzzi.

Fot: La bandera de la victoria sobre el Reichstag (Foto: Evguéni Jaldéi)

09 de mayo 2025.

En lugar de intentar la vía negociadora en Ucrania, los gobiernos y los mandos militares europeos siguen agitando el fantasma inexistente de una posible invasión rusa de otras partes de Europa.


La celebración del 80º aniversario de la victoria sobre la Alemania hitleriana, que se conmemora esta semana, nos ofrece una manifestación tan vívida como sombría de la brecha que separa hoy a Moscú de Occidente, en aquel entonces unidos (a pesar de todo) contra el flagelo nazi.

Celebrada desde el principio en dos fechas distintas —el 9 de mayo en la URSS y el día anterior en el resto de Europa, ya que la rendición alemana se firmó dos veces, la primera sin el conocimiento de los dirigentes soviéticos—, esta conmemoración nos ofrece hoy un panorama desolador.

La UE ha dado “instrucciones claras” a los líderes de los países candidatos a la adhesión a la Unión para que no participen en el desfile conmemorativo en la Plaza Roja.

Por su parte, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ha declarado que no puede ‘garantizar la seguridad’ de los representantes extranjeros que se desplacen a Moscú el 9 de mayo.

Desfile militar con motivo del 80.º aniversario de la victoria sobre el nazismo, Moscú (Kremlin.ru, CC BY 4.0)

El Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, por su parte, emitió una nota confidencial en la que recomendaba a las autoridades locales que no invitaran a diplomáticos de Rusia y Bielorrusia a los actos conmemorativos en Alemania, e incluso que expulsaran a los “invitados no deseados”.

Mientras tanto, los reclutas ucranianos entrenados en Gran Bretaña participaron en un desfile militar conjunto con las tropas de Su Majestad en Londres para simbolizar, en palabras del Ministerio de Defensa británico, “el apoyo mundial a la lucha persistente por la libertad de Ucrania contra la invasión ilegal y no provocada de Rusia”.

Además, en los últimos meses, políticos europeos y comentaristas de la prensa occidental han comparado los esfuerzos negociadores del presidente estadounidense Donald Trump para resolver el conflicto ucraniano con la política de apaciguamiento de los años 30 del siglo pasado hacia Hitler.

Estas comparaciones se inscriben en un intento más general por parte de muchos en Europa, entre ellos el propio presidente ucraniano Zelensky, de presentar a Rusia como heredera de la Alemania nazi.

Trump ha aportado su granito de arena a la manipulación histórica de esa trágica época de la humanidad atribuyendo a Estados Unidos, en su red social favorita, el papel principal en la victoria de ambas guerras mundiales:

Ganamos ambas guerras, nadie se nos igualó en fuerza, coraje o brillantez militar, pero nunca celebramos nada, ¡porque ya no tenemos líderes que sepan cómo hacerlo! ¡Volveremos a celebrar nuestras victorias!

Afirmaciones como estas no son más que el último intento de reescribir la historia borrando el papel fundamental que desempeñaron los soviéticos en la victoria contra Hitler, un papel que hace diez años todavía reconocía un periódico como el Washington Post.

A este respecto, Adam Tooze, historiador y profesor de la Universidad de Columbia, recuerda que fueron, con diferencia, los soviéticos quienes pagaron el precio más alto en términos de vidas humanas en la guerra contra Hitler, sacrificando en ese dramático enfrentamiento la espantosa cifra de 24 millones de personas (y quizás más), entre civiles y militares.

Les siguieron los chinos, otro actor olvidado, que en la Segunda Guerra Mundial perdieron más de 19 millones de ciudadanos. Estados Unidos ocupa solo el puesto 18, con poco más de 400 000 víctimas, en su mayoría militares.

La destrucción y las masacres provocadas en la URSS por la invasión alemana alcanzaron proporciones inimaginables. Basta pensar que solo en el asedio de Leningrado murieron, en su mayoría de hambre, más de un millón de civiles.

Esto explica por qué el recuerdo de ese terrible conflicto, recordado en Rusia como la “gran guerra patriótica”, sigue vivo hoy en día como parte integrante de la identidad rusa, y por qué aquellos que sacrificaron sus vidas siguen siendo conmemorados con devoción.

Como escribió hace años Richard Sakwa, conocido politólogo británico y gran conocedor de Rusia, las celebraciones del 9 de mayo recuerdan

la guerra más grande y destructiva librada por la humanidad contra un régimen que no tenía igual en la aplicación sistemática de la burocracia para practicar la crueldad a una escala sin precedentes.

Sakwa escribió estas reflexiones en 2015, con motivo del 70º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, cuando los líderes occidentales que hasta hacía pocos años habían participado en las conmemoraciones en Moscú, desertaron en masa.

El presidente ruso Vladimir Putin, en el centro a la derecha, y el presidente chino Xi Jinpin, en el centro, observan el desfile militar del Día de la Victoria en Moscú, Rusia, el viernes 9 de mayo de 2025, durante las celebraciones del 80 aniversario de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. © Ria Novosti via AP

En aquella ocasión, junto al presidente ruso Putin en la tribuna de honor de la Plaza Roja se encontraba su homólogo chino Xi Jinping, simbolizando el salto cualitativo en las relaciones entre Rusia y China, y los nuevos equilibrios que se estaban formando a nivel internacional.

Un año antes, la revuelta de Maidan, en Kiev, había provocado el derrocamiento del presidente Viktor Yanukóvich, en lo que Rusia siempre ha considerado un golpe de Estado apoyado por Estados Unidos.

Esa crisis sentó las bases del dramático conflicto que aún hoy ensangrienta el viejo continente.

En lugar de intentar la vía negociadora en Ucrania, los gobiernos y los mandos militares europeos siguen agitando el fantasma de una posible invasión rusa de otras partes de Europa, una amenaza que en realidad no existe.

En su artículo, Sakwa instaba a los líderes europeos a no repetir los errores de la generación que sumió al mundo en el abismo de la Segunda Guerra Mundial.

Hasta la fecha, ese llamamiento no parece haber sido escuchado.

Este artículo ha aparecido en Il Fatto Quotidiano.

Traducción nuestra


*Roberto Iannuzzi es analista independiente especializado en Política Internacional, mundo multipolar y (des)orden global, crisis de la democracia, biopolítica y «pandemia new normal».

Fuente original: Intelligence for the people

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