EL PLAN DE REARME DE LA UNIÓN EUROPEA: EL REGRESO DE LA REAGANOMICS. Gerardo Lisco.

Gerardo Lisco.

Ilustración: OTL

28 de marzo 2025.

Más que Keynes o algún ‘keynesiano’, nos encontramos ante una intervención de política económica claramente neoliberal, en la estela de la economía de la oferta y un retorno a los principios inspiradores de la Reaganomics.


En las últimas semanas, con el inicio de las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia para poner fin al conflicto ruso-ucraniano, ha vuelto a ponerse de moda la idea del keynesianismo militar, quizá sea más exacto llamarlo ‘guerra’.

La UE, tras plegarse a las políticas imperiales de los Estados Unidos liderados por Biden, se encuentra desnuda ante la realidad. El conflicto entre Ucrania y Rusia, urdido por Estados Unidos y el Reino Unido para aniquilar a Rusia, ha desestabilizado política y económicamente a la UE, al tiempo que ha destruido Ucrania.

Con el inicio de las negociaciones, que en mi opinión están mucho más avanzadas de lo que sugieren los medios de comunicación nacionales y los comunicados oficiales, la acorralada UE intenta por todos los medios remontar el vuelo declarando que no reconocerá los acuerdos de paz que EEUU y Rusia impondrán a Ucrania si conducen a su ruptura.

En un intento de entrar en el juego, von der Leyen, con la aprobación del Parlamento de la UE, presentó un plan de 800.000 millones de euros destinado al rearme, voluntario y sujeto a limitaciones presupuestarias, de los Estados miembros de la UE.

El plan fue aprobado por casi todos los grupos políticos, con algunas excepciones. Al leer el plan de von der Leyen y las posturas de los gobiernos de los Estados de la UE, el uso del término “keynesianismo militar” resulta, cuando menos, engañoso.

Con la referencia a Keynes, se intenta hacer pasar el “rearme” por algo bueno. La verdad es que estamos en presencia de una grosera propaganda del régimen.

La lectura del keynesianismo militar me ha recordado una colección de ensayos del economista marxista polaco Michal Kalecki titulada “Sobre el capitalismo contemporáneo” publicada por Editori Riuniti hace medio siglo.

Tanto la colección de ensayos como la introducción al volumen fueron editadas por el economista Alberto Chilosi. Leí el volumen unos años después de su publicación.

Hay básicamente tres razones por las que me vino a la mente este volumen. La primera es que políticas económicas como las propuestas por von der Leyen fueron preparatorias para el estallido de guerras como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y el propio conflicto de Vietnam; la segunda es que fue Adolf Hitler con su ministro de economía Hjalmar H. G. Schacht quien puso en práctica una política económica calcada del keynesianismo militar.

Sobre la figura de Schacht conviene que me detenga brevemente para describir al personaje que, como muchos banqueros convertidos en salvadores de la patria, era bueno para todo.

Ex presidente del Reichsbank durante la República de Weimar, fue desde el principio uno de los financieros del partido nazi y, aunque ocupó el cargo de Ministro de Economía de Hitler además del de presidente del Reichsbank, no se adhirió al nazismo.

Tras el fin del nazismo, siguió desempeñando un papel destacado en la República Federal de Alemania. Siendo masón y habiendo entablado excelentes relaciones durante la República de Weimar tanto con el presidente estadounidense Woodrow Wilson como con el banquero J. P. Morgan, no es de extrañar que éstas, como muchas otras relaciones, le sirvieran tras el fin del régimen nazi.

Fue uno de los tres miembros del régimen nazi absueltos por el Tribunal de Nuremberg;

la tercera es que la política de rearme fue sólo una de las medidas aplicadas por el gobierno nazi. Como ministro de Economía, Schacht, además de favorecer el rearme, al igual que F.D. Roosevelt, que por cierto también era masón, puso en marcha un vasto plan de inversiones en infraestructuras, además de una cuidadosa política monetaria que permitió a Alemania reducir su deuda a cero y alcanzar el pleno empleo.

Hay que subrayar que el pleno empleo se consiguió mediante la reducción de los salarios, los derechos sociales y la eliminación de toda forma de oposición política y social.

El objetivo de mi reflexión no es analizar los escritos de Kalecki in tout court, sino destacar su importancia histórica con respecto a la relación entre el gasto público en rearme y la guerra.

Empezando por los datos históricos, lo primero que surge es que tanto en el caso de Alemania como en el de Estados Unidos estamos hablando de Estados, en el caso de la UE estamos en presencia de una “asociación” de Estados que han puesto en común una serie de funciones públicas (emisión de dinero, mercado común, legislación común, etc.) con la esperanza de mejorar las economías de escala de sus economías.

Es sabido que, más allá de los eslóganes efectistas como ‘Con el euro trabajaremos un día menos y ganaremos como si trabajáramos un día más’, el crecimiento y los beneficios han generado efectos asimétricos.

Como consecuencia, ciertas áreas geográficas y grupos sociales mejoraron sus condiciones, mientras que otros asumieron los costes del proceso ‘asociativo’.

Todo esto ocurrió sin que la UE y/o los gobiernos nacionales implementaran políticas de reequilibrio y redistribución de costes y beneficios.

Para ser más claros:

las políticas de reequilibrio y redistribución ejecutadas no lograron nada, pues –al excluir la intervención directa de los gobiernos nacionales– dejaron actuar al mercado. Este operó bajo la lógica del beneficio, generando falsas ilusiones y frustraciones en quienes creyeron en él, y agravando además las condiciones de aquellas áreas y grupos sociales que pretendían apoyar.

El plan presentado por Von der Leyen -que, por cierto, tiene contornos aún poco definidos, incluso en cuanto a su nombre, ha pasado de llamarse inicialmente ‘ReArm’ a ‘Preparedness’ (‘Preparación’). Este prevé dos tipos de intervenciones:

un fondo al que se puede acceder pidiendo dinero prestado y la posibilidad de que los Estados individuales se endeuden.

La suma de 800 mil millones de € se distribuye así: 150 mil millones en forma de fondo del que se puede disponer mediante préstamos, y 650 mil millones en deuda, calculados sobre un aumento del gasto del 1,5% para cada Estado, repartido en cuatro años. Para Italia, esto equivale a duplicar el gasto militar.

Además de estas dos intervenciones, se prevén otras medidas como: un cambio de rol para el BEI (Banco Europeo de Inversiones), que podrá apoyar a empresas del sector de defensa; una ‘unificación de ahorros’, es decir, intervenciones para movilizar el ahorro privado canalizándolo hacia fondos de inversión dedicados al rearme; y una reorganización del presupuesto, orientando los fondos de cohesión hacia inversiones en el sector defensa.

Entre los puntos que definen este “plan de emergencia militar” hay algunos que buscan adoctrinar a la opinión pública sobre la inevitabilidad del conflicto con Rusia, como la recomendación a los ciudadanos de almacenar alimentos, agua y medicinas para 72 horas. Esto no es más que terrorismo psicológico.

El keynesianismo militar ha tenido históricamente la función de proteger los intereses del complejo industrial-militar, fomentar la especulación financiera y preparar a la opinión pública para la guerra.

Lo hizo la Alemania nazi, lo hizo la Italia fascista, lo hizo la América democrática.

Estados Unidos aplicó políticas de rearme económico no sólo en la década de 1930, sino también más tarde, durante la presidencia de Truman, con el Plan NSC – 68 que duró hasta el conflicto de Vietnam.

La Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) impulsada por Reagan en los años 80, conocida como ‘Escudo Espacial’, encaja perfectamente dentro de las políticas económicas deficitarias destinadas al rearme, con el añadido de variables como recortes al gasto social, reducción de la presión fiscal para los ingresos más altos, privatizaciones, etc.

Considerando el contexto histórico de la reacción neoliberal iniciada con Thatcher y Reagan, la referencia a Keynes, como se está haciendo estos días respecto al plan de Von der Leyen, me convence poco.

Más que Keynes o algún ‘keynesiano‘, nos encontramos ante una intervención de política económica claramente neoliberal, en la estela de la economía de la oferta y un retorno a los principios inspiradores de la Reaganomics.

La posibilidad de aumentar el gasto militar al margen del Pacto de Estabilidad hará crecer la deuda pública y, con ella, los intereses a pagar. Para evitar que esto ocurra, los gobiernos se verán obligados a recortar necesariamente el gasto público en bienestar social.

No puede descartarse que, ante las críticas sociales y económicas que generará esta política, los gobiernos individuales utilicen la emergencia de un potencial conflicto militar, por lo demás inexistente, para introducir restricciones al derecho de huelga, modificar horarios laborales y, en esencia, implementar medidas liberticidas.

En conclusión, el plan de Von der Leyen -aprobado casi por unanimidad en el Parlamento Europeo- tiene como único objetivo hacer frente a los escenarios económicos que traerá, más temprano que tarde, una nueva redefinición del equilibrio mundial.

El verdadero problema es, por tanto, cómo salvar al capitalismo europeo de los efectos del nuevo orden global. Agitar el fantasma de los cosacos a las puertas de Bruselas y otras capitales europeas persigue un fin: la militarización de la sociedad.

Es sabido que el peligro de un conflicto bélico trae consigo la suspensión de la democracia. Estamos en el umbral del nacimiento de un nuevo régimen autoritario que, desde Bruselas, se extiende como un pulpo sobre los Estados miembros.

Por ello, la defensa de la paz coincide hoy con la defensa de los últimos vestigios de democracia frente al totalitarismo neoliberal.

Traducción nuestra


*Gerardo Lisco es jefe de la Unidad Org.Amm. de Ferrovie Appulo Lucane. Estudió Derecho en la Universidad “La Sapienza” de Roma y Sociología en la Universidad de Salerno.

Fuente original: l’interferenza

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