Scott Ritter.
Foto-ilustración: Lukas Degutis (Getty/iStock)
03 de febrero 2024.
Ucrania está atravesando una crisis en las relaciones cívico-militares que tendrá una enorme repercusión en cómo avance en el actual conflicto con Rusia.

Al parecer, el presidente Volodymyr Zelensky convocó al comandante de las fuerzas armadas ucranianas, el general Valerie Zaluzhny, a una reunión el lunes 29 de enero de 2024, en la que informó a su jefe militar de que se le relevaba de su cargo.
Según las versiones aparecidas en los medios de comunicación occidentales, Zaluzhny se negó a dimitir. A fecha de viernes 2 de febrero de 2024, la situación exacta del general Zaluzhny sigue siendo incierta en medio de un remolino de rumores sobre su inminente destitución.
Las desavenencias entre Zelensky y Zaluzhny representan un duro golpe para uno de los principios fundamentales que sustentan la sociedad democrática: una relación civil-militar basada en la simple proposición de que un liderazgo civil elegido democráticamente es la autoridad final en todos los asuntos, incluidos los militares, y en caso de disputas entre el liderazgo civil y el militar, la autoridad civil conserva la autoridad suprema.
Si los informes sobre lo que equivale a una negativa a obedecer la orden legítima de su comandante en jefe civil son ciertos, el general Zaluzhny ha abierto una caja de pandora que, si no se resuelve, podría conducir a la rápida desintegración del gobierno ucraniano controlado por civiles y abrir la puerta a la aparición de un gobierno subordinado a la voluntad de los militares ucranianos o sustituido por una junta militar.
Ninguna de las dos cosas augura nada bueno ni para el mantenimiento de la idea de que Ucrania funciona como una democracia al estilo de sus aliados europeos y estadounidenses, ni para las perspectivas de un gobierno estable para Ucrania en un momento en que se enfrenta a retos económicos, militares y de política exterior sin precedentes.
La historia está repleta de ejemplos de desacuerdos entre civiles y militares en tiempos de guerra. La historia estadounidense alberga dos ejemplos principales: la ruptura entre George McClellan y Abraham Lincoln durante la Guerra Civil, y los desacuerdos entre Douglas MacArthur y Harry Truman durante el conflicto de Corea. Sin embargo, en ambos casos, cuando la autoridad civil exigió la dimisión de la autoridad militar, ésta la acató.
Zaluzhny, al parecer, se negó a dar un paso al lado, llevando la cuestión del desafío militar a la autoridad civil a un territorio inexplorado.
La gestión de las relaciones cívico-militares es un proceso complejo que equilibra el asesoramiento que los militares proporcionan a sus amos civiles con la supervisión real que los dirigentes civiles ejercen sobre los asuntos militares.
Dada la disparidad que existe entre la realidad militar basada en hechos y la ficción simplificada y a menudo politizada que adopta la dirección civil, las desavenencias no sólo son de esperar, sino que son de hecho una realidad que hay que prever, y establecer mecanismos para evitar que estallen en crisis.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la relación civil-militar es el del control de la agenda y la gestión de la información. Aunque pueden surgir y surgirán desacuerdos entre los líderes militares y sus amos civiles sobre cuestiones militares, los militares nunca pueden perder de vista el hecho de que, para que la relación civil-militar tenga éxito, los militares no pueden poseer una agenda que se desvíe de la de sus líderes civiles. Los militares tampoco deben aprovechar el hecho de que dominan en gran medida el flujo de información a la sociedad sobre asuntos militares para utilizar los medios de comunicación como herramienta para articular su propia agenda.
En el caso de la división Zelensky-Zaluzhny, los hechos parecen reflejar que Zaluzhny, desde hace algún tiempo, participa en actividades que apuntan a que tiene una agenda que no sólo se desvía de la de su comandante en jefe, sino que en muchos aspectos está diseñada para oponerse a su comandante en jefe, una agenda que pinta a Zaluzhny como un competidor político de Zelensky.
Una vez más, los ejemplos de George McClellan y Douglas MacArthur señalan que tales acciones no son únicas en la historia de las relaciones cívico-militares en las democracias. Sin embargo, en ambas circunstancias, los mandos militares dimitieron de sus cargos cuando se les ordenó hacerlo, y continuaron su oposición política en el ámbito civil, sin el respaldo activo de un ejército que estaba obligado a permanecer leal a sus dirigentes civiles.
Zaluzhny, sin embargo, se ha negado a apartarse, llevando sus diferencias con Zelensky a una arena política que, si permanece como comandante militar, se verá corrompida por su presencia.
Ha habido indicadores de que la ruptura Zelensky-Zaluzhny iba en esta dirección. Ya en noviembre de 2023, Zaluzhny concedió una entrevista a The Economist en la que cuestionaba abiertamente la opinión de Zelensky sobre el estado del conflicto con Rusia, comparándolo con un punto muerto que sugería que la contraofensiva ucraniana de 2023 había fracasado.

Zelensky, ansioso por conservar la confianza de sus benefactores estadounidenses y europeos, rechazó la versión de los hechos de Zaluzhny, lo que provocó la primera ruptura pública entre ambos y abrió la puerta a especulaciones sobre las ambiciones políticas de Zaluzhny.
Zaluzhny continuó esta tendencia a proyectar una ruptura con su presidente publicando un ensayo en la CNN el 1 de febrero de 2024, en el que cuestionaba el enfoque de Zelensky hacia la movilización, al tiempo que se presentaba como la única fuente de sabiduría militar cuando se trataba de preparar al ejército ucraniano para la siguiente fase del conflicto con Rusia.
Una reciente publicación en las redes sociales de Andriy Stempitsky, miembro fundador de las fuerzas paramilitares neonazis del Sector Derecho* (recientemente convertidas en la 67ª Brigada del Ejército Ucraniano), le muestra con el general Zaluzhny, una bandera del Sector Derecho y el retrato de Stepan Bandera expuesto en la pared tras ellos.
La historia de Zelensky con el Sector Derecho no es agradable: el jefe del Sector Derecho, Dmitri Yarosh, calificó en una ocasión a Zelensky de
político inexperto» que «colgaría de algún árbol de Khreshchatyk [la calle principal de Kiev] si traicionara a Ucrania y a las personas que murieron en la Revolución [de Maidan] y en la Guerra [del Donbás].
El significado del mensaje era claro: si Zelensky seguía adelante con su intento de apartar a Zaluzhny del poder, éste cumpliría la promesa del Sector Derecho de colgar a Zelensky como traidor.
Esta es la situación actual en una nación que el Occidente colectivo ha estado describiendo como una democracia modelo. La crisis en las relaciones cívico-militares entre el presidente Zelensky y el general Zaluzhny ha puesto de manifiesto la dura realidad de que Ucrania no es -y, de hecho, nunca ha sido- una democracia al estilo occidental, sino más bien una nación en la que los débiles dirigentes elegidos democráticamente actúan bajo la sombra proyectada por grupos neonazis que amenazan la supervivencia misma de la presidencia en caso de que gobierne de manera que se desvíe de sus posiciones ideológicamente basadas.
El hecho de que Zaluzhny se haya alineado tan abiertamente con el Sector Derecho en sus disputas con Zelensky es algo que debería preocupar a todos los que tienen intereses creados en el resultado del conflicto ruso-ucraniano, y pone de manifiesto la exactitud de la acusación rusa de que Ucrania es una nación sometida al yugo de fuerzas cuya filosofía política se remonta a los tiempos de la Alemania nazi.
Con Zelensky, este control se hizo de una manera que pretendía disimular el papel desempeñado por el Sector Derecho. El desafío de Zaluzhny a Zelensky, y su alineación abierta con el Sector Derecho como extensión de este desafío, apuntan a un futuro muy problemático para Ucrania, que sólo puede resolverse verdaderamente mediante una victoria rusa que incluya el tipo de desnazificación prometido por los dirigentes rusos.
Traducción nuestra
*Scott Ritter es un antiguo oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU que sirvió en la antigua Unión Soviética aplicando tratados de control de armas, en el Golfo Pérsico durante la Operación Tormenta del Desierto y en Irak supervisando el desarme de armas de destrucción masiva. Su libro más reciente es Disarmament in the Time of Perestroika, publicado por Clarity Press.
*El Sector Derecho es una organización extremista prohibida en Rusia.
Fuente original: Sputnik International
